Cementerio de Nuestra Señora de la Salud
La decisión tomada por las autoridades francesas, durante la ocupación napoleónica del territorio español, sería la que hiciera realidad el cementerio de Nuestra Señora de la Salud que, desde su construcción en 1811, fue ampliándose hasta adoptar su forma final en 1833.La configuración definitiva de este cementerio tuvo lugar en 1846 con la incorporación de la Ermita de Nuestra Señora de la Salud que conformaría la fachada que hoy conocemos y la dotaría de un aspecto armónico. Así, dicha fachada se organiza de forma simétrica, estructurándose en un cuerpo central (formado por la portada de la citada ermita) y dos pabellones o alas laterales en cuyo extremo se dispone un vano semicircular coronado por un remate a modo de pináculo rematado en bola. El vano situado a la izquierda se encuentra en la actualidad cegado, pero el de la derecha presenta una cancela de forja y, a través de él, puede accederse al cementerio. La ermita de Nuestra Señora de la Salud se inició con la construcción de una pequeña capilla en 1665 que sería abierta al culto en 1673. Posteriormente, en 1805 se labró el edificio actual realizado por Ignacio Tomás. Interiormente está diseñada en torno a una nave de dos tramos cubiertos con bóveda de cañón rectangular. La fachada principal es un interesante ejemplo de arquitectura neoclásica constituida por dos partes de columnas adosadas que sustentan a manera de remate un frontón triangular; todo ello enmarca una hornacina con la Virgen con el Niño sobre la inscripción “Salus Informorun” (“Salud de los Enfermos"). De esta manera, el cementerio que insertó esta ermita en su conjunto recibió de ella la advocación de Nuestra Señora de la Salud. La procedencia de esta advocación se narra en el siguiente relato: